La reFLEXón

lunes, 14 de julio de 2008

Una pancarta colgada de la fachada Norte, rematada en una esquina por el rayo que simboliza al movimiento 'okupa', proclama su filosofía. «Esti edificiu agora ye del barriu». Ayer se cumplieron las primeras 48 horas desde que un grupo de jóvenes -«unos cincuenta»- entrara en las instalaciones abandonadas de la antigua fábrica de Flex en La Calzada, un edificio que sus nuevos inquilinos han rebautizado como Centro Social Okupado y Autogestionado (CSOA) La reFLEXón. Su objetivo, según anunciaban ayer a los vecinos en un comunicado repartido por el barrio, es «rehabilitar la fábrica para su uso social por parte de los movimientos y colectivos del barrio y la ciudad».

En el segundo día de 'okupación', conscientes de que la Policía ya ha iniciado los trámites para poner el caso en conocimiento del juez, continuaban las labores de limpieza de los cerca de 11.000 metros cuadrados que se reparten por las cuatro plantas de la vieja fábrica. «Hemos acotado un espacio que ya está prácticamente acondicionado. Ese es nuestro trabajo más urgente para poder ir ofreciendo cuanto antes estas zonas al uso libre de los gijoneses», explica Carlos, uno de los miebros de La reFLEXón. Los 'okupas' adoptan sus decisiones a través de asambleas y ya han repartido en turnos las diferentes tareas, que incluyen la vigilancia del edificio para impedir el desalojo. Si bien algunos permanecen en el centro de forma constante, e incluso duermen allí, la mayoría funcionan por «relevos».

La iniciativa de 'okupar' este inmueble surgió a imitación de otros CSOA que se han ido estableciendo en otras ciudades españolas -fundamentalmente Madrid y Barcelona- y europeas. «Hay una carencia de espacios públicos que queremos cubrir. Este centro está abierto a cualquier asociación juvenil, de vecinos y cualquier otro colectivo que necesite un espacio para celebrar cualquier actividad y no tenga sitio dónde hacerlo». ¿Qué tipo de actividades? «Charlas, reuniones, actuaciones musicales, obras de teatro...», enumera Carlos. «En definitiva, un espacio para 'reflexonar'». El edificio elegido, además de por su tamaño, «nos pareció ideal porque es un espacio perdido, totalmente derruido, cuyo único uso es servir a la especulación, a la espera de que se recalifique esta zona». Los okupas aseguran, además, que «en el registro del Ayuntamiento no figura nadie como propietario».

Ahora los miembros de La reFLEXón trabajan para ganarse la confianza de los vecinos. «Los que se han pasado por aquí nos han dado su apoyo, porque es una pena tener este edificio abandonado. Aquí sólo había escombros, y nosotros lo que queremos es darle vida». Carlos promete que su llegada a La Calzada «será para bien» y, en su saludo al barrio, piden a los vecinos colaboración -«muebles, libros, electrodomésticos que no os sirvan»- y «que no nos manden a la Policía». Saben que su aventura constituye un delito. «Asumimos que nos enfrentamos a nueve meses de prisión, pero ésta es nuestra filosofía».